Muy probablemente hemos pasado por alto el hecho de que, a medida que velozmente avanza la tecnología, de la misma forma van evolucionando las relaciones interpersonales; obviando por completo que, parte de la causa por la cual éstas no están funcionando, es el hecho de que no nos estamos educando en el manejo emocional de las redes sociales; cada corazoncito, cada carita triste, cada double check en azul que no tuvo respuesta; lo tomamos como si fuera una ofensa creada exclusivamente para nosotros; olvidando que los temas del corazón son situaciones que no se pueden asumir, y los cuales no tienen la opción de bloquearse en el mundo tridimensional.
En mi opinión; una de las grandes razones por las cuales cada vez existen menos personas formalizando un noviazgo, y cada día abundan más las relaciones abiertas y/o efímeras; es la amplitud de opciones que nos brinda el internet; pues en el pasado, si te desagradaba que tu pareja ya no fuera tan atenta como antes, simplemente te aguantabas el mal rato hasta que en algún momento se sentaran a hablar del tema; pero todo esto cambio con la llegada de aplicaciones como Skout ,Tinder, Happn, entre otras; pues, bajo el manto de conocer nuevas personas, estas apps nos mostraron que si estás viviendo la soltería o simplemente ya no estás bien con tu pareja, es solo cuestión de adentrarte en el mar de posibles “amistades” que estas ofrecen, y tu problema amoroso será resuelto por medio del reemplazo de tu ex (o actual) pareja.
En otros términos, estas aplicaciones tienen una marquesina gigante que dice “tu pareja ideal está aquí dentro, ¿que estas esperando para conocerle?”; llevando al usuario a forjarse un mantra de vida, que dice algo como: “disfrutare de la compañía de esta persona, mientras llega el amor de mi vida”; pero se nos olvida el pequeño detalle de que esta pareja ideal, se ha convertido en un mito tan fantástico como el de encontrar la fuente de la eterna juventud; pues al toparnos con el más mínimo defecto que nos desagrade de esa persona, inmediatamente perdemos la ilusión y continuamos nuestra búsqueda. Vivimos en base a mantenernos ilusionados, odiando que nuestro prospecto a pareja derribe nuestra burbuja de fantasía con altas dosis de su realidad (defectos, mal carácter, etc.), esto dando como resultado el habernos convertido en una sociedad adicta a la primera fase de una relación (conquista romántica), y renuente a lo que el amor realmente significa, que no es más que aguantarse el arduo proceso amar los defectos del otro.
Irónicamente solemos encontrarnos con que, a mayor cantidad de followers, mayor nivel de soledad sentimos en nuestras vidas; transformándonos en seres completamente vulnerables a las personas nuevas que van llegando, y digo vulnerables porque al momento de conocer a alguien, nuestro enfoque deja de mirar la calidad de una relación amorosa como un norte, y comienza a fijarse como meta de llenar el vacío de la soledad con cualquier persona que esté dispuesta a vendernos una exclusividad (real o ficticia)
Las redes sociales se crearon con el objetivo de ignorar las fronteras que nos separan de nuestros seres queridos, más nuestra inteligencia evolutiva decidió darle los siguientes usos:
Facebook = Nuestro agente de FBI gratuito: esta app se convirtió en nuestro principal investigador, es nuestra app favorita para sacar conclusiones (con una alta probabilidad de estar errados) sobre la vida de nuestro pretendiente o ex pareja; tomamos cada publicación como una prueba absoluta para declarar un juicio; sin detenernos a pensar que la mayoría de las cosas que vemos, no son realmente lo que parecen; por ejemplo, podemos ver la publicación de una fotografía de la persona en cuestión con una gran sonrisa, asumiendo que su vida sin nosotros es feliz y prospera; más dejamos descartada la posibilidad de que esta se deba a algún chiste, o a que sus amistades le incentivaron a sonreír para obtener una buena foto, alimentando así nuestra propio veneno interno y degustando un profundo dolor creado por nuestra imaginación.
Instagram = Mostremos al mundo nuestra supuesta vida : esta app nos habla del (probablemente falso) estilo de vida de una persona: que sitios le gusta, que tan vanidoso(a) es, a qué tipo de actividades suele asistir; más esta red social es un arma de doble filo, pues si estas en una relación, puede que le realices un bien elaborado marketing a la misma; creando una novela de amor ( ya sea esta real o ficticia) para el consumo de todos tus seguidores; esto sin mencionar que en el dado caso de que la relación termine, todos los seguidores de la historia van a quedar escandalizados cuando comiences a eliminar fotos. Esta app también tiene su lado oscuro, pues te permite ver a qué tipo de prospectos del sexo opuesto le da “like” tu amorcito; llevando tú ya abollada autoestima al piso.
Whatsapp = El soplón de la clase: de seguro sus creadores pensaron que nos encantaría saber si la persona en efecto leyó o no nuestra declaración de amor; lo que tal vez no pensó es que nuestra auto confianza se iría al basurero cada vez que notáramos que el double check no obtuvo una respuesta, o como alimentaríamos nuestros problemas de ansiedad al quedarnos hipnotizados por un “en línea” mientras esperamos ansiosos la metamorfosis a un “escribiendo…” , quizás tampoco se imaginó la furia de indirectas que descargaríamos en los Estados de nuestro chat; pero lo cierto es que nada de lo anterior es una garantía absoluta sobre el interés que sienta o no la otra persona hacia nosotros, de hecho, todo lo anterior es solo nuestra perspectivas de las cosas, no una respuesta verídica a la situación que está ocurriendo.
La educación emocional en cuanto a redes sociales no es muy diferente a la educación que nos enseñaron en el mundo real, las reglas son simples y básicas
1) Pregunte antes de asumir
2) Responda cuando se le esté preguntando algo
3) Si le hablan, conteste
4) Si ofendió, discúlpese
5) Cumpla lo prometido
6) Respete el tiempo y opinión de cada persona
7) No se meta en lo que no le incumbe
No olvidemos que los cambios no comienzan con una tendencia, sino cuando nosotros fabricamos el ejemplo.
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